" No te chupes el dedo; es un mal hábito".
En algún momento de nuestra vida, hemos recibido esta frase de nuestros padres, profesores y, sobre todo, de nuestros dentistas. También es posible que, de adultos, digamos las mismas cosas a los niños que nos rodean. ¿Te has preguntado alguna vez por qué? ¿Por qué tiene tan mala fama chuparse el dedo y para qué sirve?
Dentro del vientre materno, chuparse el dedo resulta ser un hábito natural del bebé; le hace sentirse seguro y tranquilo. Después de entrar en el mundo real, el niño puede continuar con este hábito, ya que le valida y le hace sentirse seguro como se sentía dentro del vientre de su madre. La mayoría de los recién nacidos dejan este hábito por sí solos cuando cumplen un año. Sin embargo, en algunos casos, puede continuar, y es entonces cuando se convierte en un motivo de preocupación.
Chuparse el dedo de forma habitual y crónica, sobre todo cuando están saliendo los dientes, puede causar importantes problemas de salud oral y general. Chuparse el dedo puede provocar una mala alineación de los dientes, creando una maloclusión. La fuerza empuja los dientes hacia fuera, lo que provoca sobremordidas y mordidas abiertas. Estos desajustes ortodónticos pueden crear un impedimento en el habla, como un ceceo, ya que interfiere con la pronunciación. Además, puede cambiar la forma en que se sellan los labios, provocando un cierre inadecuado de los mismos. También puede afectar a los patrones de crecimiento de la cara y provocar una desproporción facial. Además, chuparse el dedo es antihigiénico y puede provocar enfermedades infecciosas. Por lo tanto, es esencial poner fin a la succión del pulgar en el momento adecuado.
La buena noticia es que se puede controlar con la ayuda de un ortodoncista certificado, la Doctora Pancko, en Wilmington Orthodontic Center. Programe una cita hoy para asegurar una buena salud oral y general.